Esta vez decidimos poner frente a frente a dos DACs que están en la cima del audio digital actual. Ambos DACs vienen de países con mucha tradición sonora: el Chord DAVE, diseñado y fabricado en Inglaterra; y el Mola Mola Tambaqui, orgullo de la ingeniería holandesa. Ambos con precios de referencia ($12.990.000 y $10.490.000, respectivamente), ambos con diseño e ingeniería de nivel casi obsesivo… y ambos, espectaculares. Pero no iguales.
El DAVE parece recién salido de una película de ciencia ficción: su diseño industrial es audaz, anguloso, futurista. Está hecho con aluminio de grado aeronáutico y transmite robustez e innovación. El Tambaqui, en cambio, es más sobrio pero con detalles únicos, como su cubierta superior con forma de ola, en homenaje a su nombre basado en la especie de peces gigantes de agua dulce. Su estética minimalista es tan precisa como su sonido: limpio, refinado, sin excesos.
Pero, ahora vayamos a lo importante: ¿cómo suenan?
Ambos DACs ofrecen lo que podríamos llamar “la perfección digital” en términos técnicos. DAVE presume una distorsión armónica total (THD+N) de -127.5 dB, mientras Tambaqui responde con un “no medible, pero estimado en -140 dB”. Por otro lado, el rango dinámico, la relación señal/ruido, la resolución… son cifras que marean de lo buenas que son. Pero como todos sabemos, los números no hacen música.
El sonido del DAVE tiene un carácter que podríamos describir como “cálido con resolución”. Es sorprendente lo bien que combina ese toque análogo, suave y redondo, con una definición impecable. Los instrumentos aparecen en una escena sonora profunda, estable y bien delineada. El bajo tiene presencia y peso, los medios son envolventes, y los agudos suaves pero detallados. Es un DAC que emociona, que te abraza con el sonido.
El Tambaqui, por otro lado, es transparencia pura. Si DAVE es una pintura al óleo, Tambaqui es una fotografía en alta definición. Cada matiz, cada microdetalle, cada pausa cobra vida con una nitidez que asombra. No se trata solo de “ver más”, sino de ver con una claridad casi quirúrgica. El bajo es rapidísimo, seco y controlado. Los medios, absolutamente neutrales. Y los agudos... suaves, pero con una dulzura sorprendente, sin rastro de agresividad.
Lo curioso es que, al escucharlos uno tras otro, parece increíble que ambos provengan del mismo universo: el del audio digital de ultra alta gama. Tienen poco en común en su presentación sonora, y eso los hace aún más fascinantes.
En pruebas con un sistema de referencia compuesto por parlantes Rockport Atria II, monobloques Audionet AMP High Performance, preamplificador Audionet PRE G2 Reference y el streamer Antipodes K22, todo conectado a través de entradas AES/EBU y salidas balanceadas, el resultado fue clarísimo: DAVE emociona, Tambaqui revela. Uno te envuelve, el otro te muestra.
Pero no podríamos decir que uno es mejor que el otro. Simplemente responden a gustos y prioridades distintas.
¿Quieres un sonido con cuerpo, redondez y un toque de romanticismo inglés? DAVE es para tí.
¿Prefieres una transparencia sin concesiones, con precisión quirúrgica y separación total de detalles? Tambaqui te va a enamorar.
En definitiva, este no es un duelo, sino una celebración: dos DACs extraordinarios, diseñados para quienes no aceptan compromisos en su cadena de sonido.